El despertador suena a las seis y
media. Tengo una hora y media para prepararme para asistir al primer día del
curso. Me decanto por bañarme, lo primero. Caliento el agua de la bañera al
máximo, tal y cómo a mí me gusta. Tras el baño estoy más relajada. Envuelvo mi
cabello dorado con la toalla y me dispongo a elegir mi ropa. Sobre mi cama veo
un paquete ¿Cómo no me había dado cuenta antes?
Lo desempaqueto. En el interior
de una bolsita de plástico veo un par de uniformes femeninos con el emblema de
Ángel Santos, el instituto del barrio. Sobre la bolsa veo un certificado de
ingreso en la academia firmado por mis “responsables familiares”. Me visto con desgana, pues en mi otra vida
podía llevar la ropa que quisiera al instituto. Aun así, no me molesta demasiado
tener uniforme, pues me ahorro el tener que elegir la ropa, además es probable
que todas mis prendas ni siquiera estén de moda en esta época.
Me sorprende, creía que los
uniformes de los institutos llevaban una
falda por debajo de las rodillas. Por suerte para mí, la falda de
nuestra escuela es bastante corta, de color rojo. Va acompañada de una camisa
blanca de manga corta, adornada con un lazo rojo en el cuello. También viene
con un suéter que, al parecer los padres han elegido con el color que los alumnos
prefiriesen. ¿Cómo han sabido que el rosa era mi color favorito? Aun así no me
quejo, aunque lo guardo bien plegado en el armario, pues aun no hace tiempo
para ropas de manga larga.
Recojo mi cabello, ya seco y bien
cepillado, con dos pequeñas horquillas para evitar que me caiga en la cara. Vacio
mi cartera de mis trastos electrónicos y futuristas, dejándola completamente
vacía, más no sé que poner dentro. Preparo mi desayuno a base de tostadas
dietéticas y un té de mango y piña, algo ligero para no descuidar mi figura. No
sé con certeza si el Ángel Santos cuenta con cafetería para poder comer, por lo
que preparo mi fiambrera. No tengo mucha hambre, pese a que anoche no cené y
apenas he desayunado. Abro un pedazo de pan no muy grande y lo relleno con una
tortilla de queso rápidamente improvisada. Preparo algo de zumo de naranja y
relleno con él una botella de agua vacía. Creo que está lista.
De repente el telefonillo suena,
indicando que alguien llama al timbre de mi puerta desde el portal. Contesto
con curiosidad y miedo, observando por la camarilla.
-¿Sí?
-¿Tommy? ¿Eres tú? Ayer te
marchaste mientras charlábamos, y no sé porqué. Bueno, se me ocurrió que tal
vez te equivocabas y el instituto que buscabas era el Ángel Santos. Lo digo
porque es el único instituto del barrio, y, bueno… Me preguntaba si, de ser
así, querrías venir conmigo…
Su cabello negro se destaca con
facilidad a través de la cámara. Sonrío
tímida y me sonrojo ligeramente.
-Claro. No me acordaba del
nombre, pero era justo ese el instituto que buscaba. Podemos irnos juntos,
¿Estudias allí?
-¡Sí! ¡Sí, estudio allí! ¡¿De
verdad quieres venir?! Entonces te espero aquí, no tardes.
-Entendido.
Cuelgo el telefonillo ilusionada.
He tenido mucho tiempo para
pensar, las horas en aquel cuarto negro pasan realmente muy lentas. La vida me
ha dado una segunda oportunidad, y por mucho que el oráculo lo niegue, no
dejaré que nadie juegue con ella. Pienso cambiarlo todo, no me daré por
vencido, desafiaré al destino. Lo he decidido. Mi historia no ha acabado, mi
historia empieza aquí.
Dios como me gusta esta historia de verdad^^
ResponderEliminarTe sigo, y bueno te he dejado el comentario para que sepas lo mucho que me gusta tu blog :)
Un besazo:D
http://comorecordartesinmiraratras.blogspot.com/
Muchas gracias, Marieta, de verdad te lo agradezco. Nos pasaremos por tu blog, te lo prometo, y por favor ¡Continua leyendo esta historia porque llegan un montón de sorpresas y la vida de colegiala nunca es facil! (Sobretodo si vienes del próximos siglo XD)
Eliminar¡Un beso y gracias por seguirnos!