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Nota: Todos los parecidos a la realidad son pura casualidad o coincidencia ya que esta historia y los personajes han sido inventados.

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miércoles, 25 de enero de 2012

Capítulo 1: Iván (Ángel Guardián)


-¡Riiiing! ¡Riiiing! ¡Riiiing!

Un ruido ensordecedor me pone en alerta. Miro mi móvil: la alarma de las ocho. Entonces observo el atardecer. El sol tiñe de rojo el cielo del crepúsculo. He perdido completamente la noción del tiempo. ¿Dónde estoy? ¿Cuántas horas llevo aquí? Son tantas las preguntas…

Me pongo en pie, con la intención de examinar mi situación. Me encuentro en un parque no muy grande, adornado con chopos de hojas brillantes. Los niños corren entusiasmados de un lado a otro del recinto limitado por carreteras. Me duele la cabeza, me lloran los ojos y tengo la boca seca. Carraspeo grotescamente, esto me destensa un momento.

-¿No vas a sentarte?

Mis sentidos se ponen alerta de nuevo. Giro la cabeza lentamente, creo que el tiempo se ha detenido en un solo segundo. Me cuesta un gran esfuerzo darme la vuelta. Sentado sobre el banco en el que me encontraba hace unos segundos veo a un muchacho no mucho mayor que yo, de vivos ojos azules y cabello negro como la noche.

Miro hacia ambos lados. ¿Está hablando conmigo? Parece que mi reacción le resulta cómica, pues sonríe animadamente.

-Sí, a ti –Lo miro un segundo a los ojos. El silencio se prolonga hasta que el muchacho vuelve a hablar- ¿Eres extranjera? ¿Puedes entenderme?

-Eh… ¡Ah! Sí, sí, claro… Sí, creo que me sentaré otra vez, gracias.

No tengo más que flexionar las rodillas para encontrarme de nuevo sentada en el banco de madera.

-Eres simpática, ¿Cómo te llamas? –me pregunta.

-Tommy… No, no, perdón, Triana –Siento como toda la sangre se concentra en mis mejillas.

-Bueno, hay bastante diferencia entre uno y otro. ¿Cuál es tu nombre real?

-Triana, pero mis amigos me llaman…  me llamarán Tommy -no parece percatarse de mi reacción, así que continuo-  Realmente no sé porqué.

-Ya veo… Entonces, Tommy, ¿Eres nueva por aquí? No te había visto nunca, y pareces un poco perdida.

No sé que responder. No puedo decirle la verdad, ya que ni siquiera yo sé cual es realmente. Además, aunque la supiese seguramente él no me creería.

-Sí, algo así. Disculpa, ¿Puedo saber yo tu nombre?

-Por supuesto, me llamo Iván. No tengo un nombre tan exótico como el tuyo, pero espero que sirva.

Su comentario me hace reír y siento de nuevo el rubor en mis mejillas.

-Claro que sirve, de hecho, creo que es un nombre muy bonito… -La sonrisa se borra de su rostro y me mira algo sorprendido, incluso avergonzado diría yo- Esto, ¿Puedo preguntarte algo?

-¿Claro, que quieres saber?

No he de sacar conclusiones precipitadas, ni he de parecer una loca, por lo que intento buscar alguna pregunta aparentemente normal.

-¿No habrá por esta zona un instituto llamado Holly Royal?

-No, no me suena. A propósito, ¿Qué significa exactamente Holly Royal? No le encuentro ningún sentido.

-No creo que lo tenga –respondo algo malhumorada. Iván parece notarlo.

-Pero no, no creo que haya ningún colegio ni instituto por la zona que responda a ese nombre.

-Mmm… Bueno, ¿Podrías decirme que día es hoy?

-Pues día dieciséis, domingo.

-¿De qué año?

-Dos mil doce –me mira extrañado, no respondo.

Se me hiela la sangre. Lo temía. Claro que lo temía, ya lo daba por hecho.  No soy capaz de contestar. Me levanto de un brinco. Las lágrimas empañan mis ojos, estoy tiritando. Corro. Solo sé que mis piernas comienzan a moverse rápidamente, pero de forma involuntaria. No sé cómo, pero llego al portal de mi finca. Me giro; al otro lado de la carretera veo el parquecito, y a Iván que grita, creo que dirigiéndose hacia mí. No soy capaz de entenderle.

Abro la puerta del gran edificio y subo las escaleras llorando. Entro en  mi apartamento, aunque realmente no sé como  lo he diferenciado, pues es la segunda vez que veo el interior de esta finca.

 El piso está tal y como lo dejé. Me tumbo en la cama de un golpe, sin ni siquiera quitarme los botines. Las lágrimas ruedan por mis mejillas hasta aterrizar en el almohadón, ya empapado. Lo último que recuerdo es la imagen de Iván girando en mi mente, y su sonrisa, su inolvidable y sincera sonrisa…

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