¡Aquí os traigo la ultima aventurilla de Tommy! Por fin llega al Ángel Santos, pero una vida de estudiante no es fácil, y menos si vienes de otra época. A partir de ahora Tommy se verá envuelta en ás de un problemilla, pero suerte que contará con su querido Iván y un montón de nuevos amigos. ¡Disfrutadlo!
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Cuando abro la puerta Iván me
sonríe animadamente. Sus ojos se ven más luminosos y resplandecientes ahora;
más hermosos. En realidad todo se ve mejor esta mañana. En mi cabeza todo
vuelve a estar en orden, todo comienza a cobrar sentido.
-Gracias por pasar a por mí,
¿Cómo has encontrado mi timbre?
-Me fijé ayer cuando viniste aquí
corriendo… respecto a lo del timbre, no hay pérdida. Pone Triana Vargas, supuse
que ese era tu apellido.
-Valla, que agudo –le digo
bromeando- Por cierto, te creía más bajo, ¿Has crecido?
Se ríe escandalosamente.
-No, es que tú eres muy baja. O
tal vez es que no te diste cuenta, ayer estabas un poco perdida.
-Sí, lo recuerdo. Solo es que
estaba algo nerviosa porque no conocía el lugar.
-Claro, es lógico, lo comprendo.
Supongo que fui muy descortés tratándote de esa forma.
-Oh, no te preocupes, me alegra
haberte conocido.
Su rostro se tiñe de un rojo
pálido y sus cejas adoptan expresión de sorpresa.
-Ah… va… valla… no me lo esperaba…
Pasemos tranquilamente, ya que
nos sobra tiempo. Por la carretera circulan los coches con velocidad. La gente
sale y entra de los bares, toma cafés, descansa en las plazas o parques y
disfrutan de un bonito día de verano. Creo que me gusta más esta zona así,
tiempo atrás, pues pese a que todavía es un pueblecito, resulta muy acogedor.
El instituto no está muy lejos.
Muchos estudiantes vestidos de la misma forma que nosotros se dirigen hacia el
Ángeles Santos. Me siento agradecida por haber encontrado a Iván. Es cierto que
esto no me es del todo desconocido, pues en la escuela ya hemos estudiado esta
época, de la que por cierto, disponíamos de muchos datos. Aun así, me siento
menos perdida. Creo que este muchacho de
ojos aguados… ¿Aguados?
Me detengo. Aquel que tiene los ojos de agua y el cabello de noche. La
descripción coincide con Iván. Esto me hace pensar. Si no encuentro a otro
muchacho con características similares comenzaré a pensar que Iván será una de
las victimas que muera en el accidente. Pero, eso significa que tal vez pueda
salvarlo, puede que él sea mi ahijado. Pero… ¿Y si no lo es? ¿Tendré que
dejarlo morir?
-¿Tommy? ¿Te encuentras bien?,
¿Por qué te has parado?
-¿Eh?, ¡Ah! ¡No es nada! Solo
estoy un poco dormida todavía –me río secamente.
-Ya, entiendo. Por cierto, ¿Has
visto ya el instituto por dentro?
-No, todavía no he tenido la
ocasión.
-Pero ¿Tus padres no pidieron una
cita para ver el centro?
-Bueno, verás, vivo sola. Mis
padres trabajan mucho y… casi nunca están en casa –miento- Por esa razón no
pudieron concertar una cita para ver las instalaciones. Pero, cuéntame, ¿Qué
tal es?
-Es un buen instituto, desde
luego. Pese a que Benicull es una ciudad bastante pequeñita y solo tiene un
colegio de secundaria y bachillerato, no le falta de nada. Es muy grande, tiene
una piscina cubierta, un gimnasio donde se practican extraescolares como el básquet,
el principal deporte del instituto. También hay un campo de fútbol en los
jardines de alrededor, una cancha para practicar ballet, gimnasia, o artes
marciales. Luego está la cafetería, muy grande y espaciosa, ¡Y la comida no
está nada mal! Una sala de actos, donde se representan las obras de navidad o
las actuaciones de teatro. En el piso superior hay una sala de baile, para las
celebraciones especiales, como graduaciones, o los bailes de fin de curso. Cada
uno dispone de su propia taquilla y puede personalizarla, siempre y cuando respete
las normas establecidas. ¡Ah! Y también
hay un par de aulas de música y laboratorios de física, química y ciencias.
También un aula de dibujo y una sala de estudio para las clases de tutoría o
repaso. ¡Por no hablar de la biblioteca! ¡Es enorme y puedes encontrarlo casi
todo!
-¡Valla! Cualquiera diría que
adoras asistir a clase.
Rió estrepitosamente, enseñando
sus perfectos dientes blancos.
-Creo que después de un verano
tan aburrido deseaba poder volver a ese viejo caserón que tenemos por instituto
–canturreó de buen humor. Su sencillez me hizo esbozar una pequeña sonrisita,
la verdad es que era muy mono – A propósito, sobre lo de tu vida en solitario… ¿Eso es legal?
-Mmm… No estoy segura… -lo cierto
es que no tengo ni idea de si en esta época eso estaba permitido –Pero tampoco
importa demasiado, me las apaño bien.
-¿Y no te sientes sola? Es decir,
vivir siempre tan apartada…
-Nunca me lo he planteado. Lo
asumí, y ya está –en realidad no estoy mintiendo- No me quejé ni le vi
inconvenientes. Me centré en ver el lado positivo: más libertad, más intimidad,
podría volver a la hora que quisiese si salía por ahí, estudiar sin que nadie
me molestase… En verdad no está tan mal para una vida de estudiante. El único
inconveniente es el tema de la limpieza y el mantenimiento del hogar. Cuando
vives con tus padres no te das cuenta, pero cuando empiezas a vivir solo te
percatas de que es incómodo vivir entre basura. De que si no eres tú el que
cocina, entonces no comes; de que si no haces la colada, nunca tendrás ropa
limpia; de que si vienen visitas, eres tú la que debe organizarlo todo para
quedar bien. Todas las responsabilidades caen sobre ti, entonces comprendes la labor
de tus padres. Pero en realidad, una vez te acostumbras no se te hace tan
pesado, es solo rutina.
Iván me mira con los ojos
abiertos como platos. Sus labios se esfuerzan por no abrirse y quedarse con
cara de, todavía, más sorpresa.
-Jo, Tommy, nunca pensé que conocería
a nadie como tú. Creo que a mi madre le gustaría conocerte –bromea.
Sonrío algo embelesada, no sé
porqué. Pero algo me saca de mi ensoñación.
-Ya está, ya hemos llegado.
Vuelvo a la realidad. Frente a mí
se alza un imponente edificio de color marfil, con aspecto antiguo, pero muy
bien conservado. Una gran verja negra, decorada con adornos barrocos forma una
puerta, que ahora está abierta, y rodea el territorio de todo el instituto. Dentro
de la verja, un gran jardín lleno de árboles frutales da sombra al patio
exterior, donde descansan varios bancos de piedra blanca. Un pequeño estanque
lleno de peces tropicales y ranas llama mi atención. Los alumnos más jóvenes se
amontonan en torno a él para observarlo
entusiasmados. Una gran cantidad de adolescentes desde los once hasta los
veinte años circulan vestidos de forma idéntica. Me siento muy pequeña en
comparación con todo lo que me rodea, insignificante.
Iván me mira sonriente.
-¿Y bien? ¿Te gusta?
-Va… valla, es, es impresionante -tartamudeo.
Él continúa sonriendo.
-Haz el favor de ir a confirmar
que has llegado y a que te den algunas instrucciones, yo iré hacia mi taquilla.
Te espero en clase, eso si nos toca juntos.
-¡Claro! Iré en cuanto termine,
no te vayas muy lejos.
-¡Tranquila, es normal perderse! –me
grita perdiéndose ya entre la ajetreada multitud.
De nuevo me siento perdida, pero
no tanto. Estoy, dentro de lo que cabe, feliz.
genial,muy bien escrito
ResponderEliminarMuchas gracias
Eliminarcuando subirás otro capitulo
ResponderEliminarBueno, es que tengo muchos exámenes y trabajos (la vida de estudiante es lo que tiene). Así que en cuanto pueda subiré el próximo, que, adelanto, tendrá mucho que ver con el nuevo capítulo de HPC. Así que, si todavía no lo habéis leído, ¡Corred! ¡Es impresionante!
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